10/06/2009

En las Alas de la Gaviota





Milton se encontraba sentado a las orillas de la playa recordando a su padre, aquel gentil hombre había fallecido hace unos tres meses. Su madre lo había enviado junto con un grupo de amigos a distraerse a su departamento en la playa. Los demás se encontraban jugando en el mar, de ratos lo llamaban, pero Milton con los brazos en alto les decía que se encontraba bien ahí. Quería continuar sintiendo a su padre sentado a su lado, volviendo a vivir en su mente, todos esos momentos que pasó con él. El sol se posaba en lo alto del cielo muy incandescente. Nuevamente sus amigos lo llamaron, parecía que habían encontrado algo interesante. Milton se acerco y vio, dentro del círculo que habían formado sus seis amigos, el cadáver de una gaviota. Unos le tiraban pequeñas piedras y otros tan solo la miraban. No parecía llevar muchas horas de muerta. Finalmente la enterraron y pusieron una piedra encima de ese montículo de arena que se había formado, a manera de lápida. Todos volvieron a las aguas del mar, menos Milton. Trataba de volver a pensar en su padre, pero no lograba sacarse de su mente la imagen de aquel cadáver de la gaviota.
¿Por qué nos interesamos en el cadáver de una gaviota, si cuando se deslizan con el viento, ni las observamos?, nadie presta atención a la complejidad del movimiento de sus alas al volar, o de su belleza, algunos hasta las aborrecen “Cuando encuentran a un consumidor muerto en las calles, todos lo rodean, como si se tratase de de un acto de circo, pero ¿Acaso alguien se intereso cuando lo veían vivo?” es lo mismo que ocurre con la gaviota, o con muchas cosas más. Se decía Milton para sí mismo. “Esa podría ser la principal causa de los suicidas”. Y Milton logró volver a recordar a su padre

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